miércoles, 20 de enero de 2021

LA ENCUMBRADA FORTALEZA DE ALARCÓN

 


                           

            Alarcón es casi un milagro, el de explicar cómo un lugar abandonado, decadente, ruinoso, pudo ser salvado de la destrucción y conseguir, no solo recuperar la esencia de su naturaleza urbana, sino consolidarla y convertirse, como es hoy, en un lugar amable por cuyas calles es posible pasear sin sobresaltos y que conserva, en muy buenas condiciones, su estructura fortificada. Es, ciertamente, un enclave magnífico. Se encuentra en lo alto de una enorme peña rocosa, casi totalmente rodeada por el río Júcar, que apenas si deja un pequeño espacio, a modo de istmo, por el que poder acceder al recinto. De esta manera, Alarcón era un lugar inaccesible, pero para aumentar este carácter, fue protegida por varias filas de murallas, aún bien visibles, a su vez defendidas por varios torreones adelantados. En el punto culminante de este peñasco, protegiendo todo el entorno, se situó el castillo y, a sus pies, la población.

El castillo se encuentra en posición avanzada, afrontando espectacularmente las leyes de la gravedad al perfilarse sobre un espolón rocoso, como un orgulloso navío desafiando a las tormentas del tiempo y la historia. De origen árabe, no es de grandes dimensiones, pero si fue de considerable fortaleza defensiva, que pudo ser vencida con astucia por el caballero Martínez de Ceballos, que lo conquistó para la Castilla cristiana. Es de forma irregular, aunque sigue aproximadamente una línea triangular. En él destaca de forma poderosa la torre del homenaje, a cuyos pies se abre un hermoso patio central, con un ala porticada, que sirve de eje a las dos naves principales del edificio, ambas con arcos fajones y cubierta de viguería de madera. Todo el recinto conserva las almenas originales. Además, para consolidar esa estructura, dispuso de tres líneas amuralladas que rodean por completo el recinto, formando así tres sistemas concéntricos de difícil penetración y en los que se pueden apreciar notables elementos de la muralla árabe inicial, mientras que otros fragmentos son medievales cristianos y otros, sobre todo en la zona exterior, corresponden a la época renacentista.

De la primera de ellas permanecen en pie la Torre y Puerta del Campo, que formaban la línea avanzada; la segunda tiene su origen en el borde del castillo y muere junto a la llamada Puerta de la Bodega. La tercera y más interior es la mejor conservada: se origina en la fortaleza y parte, en forma de V, cubriendo por completo el pueblo, esto es, bordeando el río Júcar; en la parte posterior, la Torre del Cañavate completa la estructura defensiva, de la que han desaparecido por completo los puentes levadizos que permitían la comunicación entre las diversas líneas sobre el río.


En las líneas de murallas se abren las puertas, casi todas bien conservadas y también de un muy interesante atractivo, pura lección de historia válida en cualquier tiempo. Se llaman de las Moreras, de Chinchilla o del Picazo, al sur, enlazando con el puente que tiene los mismos nombres; de la Bodega, debajo del castillo; del Calabozo,  junto a la torre de idéntico nombre; de la Traición, que es una falsa puerta hacia el río; del Campo, orientada en dirección a la torre avanzada del mismo nombre; del Río o Henchidero, al norte del recinto, para comunicar éste con el puente y torre del Cañavate.

Fuera de la fortaleza, formando la primera línea defensiva, se encontraban las torres avanzadas, de las que aún permanecen varias en pie: Torre de los Alarconcillos, de estructura muy original por su planta cuadrada, con una torre semicircular en cada esquina y una más alta en el centro, levantada por el infante don Juan Manuel. La Torre del Campo se encuentra sobre un cerro y es el centro de su propio recinto defensivo, con una plaza de armas. La Torre del Calabozo es de planta octogonal, y la Torre de Cañavate, situada en la parte posterior del recinto amurallado, tiene planta cuadrada y está rodeada por su propia muralla defensiva. Todo ello constituye un fastuoso espectáculo que hace de Alarcón una sorpresa permanente, encantadora.

 Cómo llegar

         Desde Cuenca, la opción más razonable es tomar la antigua N-320 (actualmente CM 220) hasta Motilla del Palancar y al llegar a esta localidad, tomar a la derecha la N-III (atención: no la autovía A-3 sino la carretera general N-III) hasta el punto en que surge un desvío por la CUV-8033 que lleva a Alarcón después de media docena de kilómetros.

            Desde cualquier otro punto, la opción es similar: hay que buscar la N-III. El desvío a Alarcón está en el kilómetro 187.

 

Comer y dormir

         Parador Marqués de Villena. Avenida Amigos de los Castillos, 3; 969 330 315.

            Hotel Villa de Alarcón. Plaza de la Autonomía, s/n.; 902 879 055 / 902 879 440.

            Posada El Infante. Doctor Tortosa, 4; 969 330 323.

            Hostal Don Juan. Marqués de Villena, 4; 618 875 893 / 679 284 922

            Deseada. Casa rural. Capitán Julio Poveda, 27. 969 330 312 / 656 944 263.

            El hidalgo de Alarcón. Casa rural. Posadas, 11.

            Casa Jacinto. Casa rural. Infante don Juan Manuel, 3. 969 330 362 / 649 860 493.

            La Cabaña de Alarcón. Refugio. Álvaro de Lara, 21; 969 330 373

 

 

 

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