Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción |
Atalaya del Cañavate era un pequeño lugar, surgido durante la Edad Media como resultado del proceso de repoblación de estas tierras de la Mancha por los recién llegados soldados cristianos y durante siglos mantuvo una existencia discreta, como aldea de El Cañavate, hasta que el marqués de Villena se hizo con la propiedad de todo el espacio urbano y unificó los dos barrios separados que hasta entonces existían. Pero esas noticias se han visto superadas en época moderna, porque las obras de la autovía A-43 propiciaron el descubrimiento de un yacimiento romano, en las proximidades del pueblo, y fueron localizados los restos de una villa romana, unas excelentes termas (conservadas en todas sus partes) y una zona señorial en torno a un peristilo, que en su día debió conservar pinturas murales de vivos colores, salones decorados con molduras y columnas y todo el lujo que se prodigaba en los establecimientos de este tipo, incluidos los pavimentos de mosaicos. De manera que el conocimiento del lugar ha retrocedido varios siglos para salir de su habitual ubicación medieval y alcanzar unos tiempos más remotos.
El nombre del pueblo indica que en sus orígenes medievales debió contar con algún tipo de elemento defensivo o de observación, del que prácticamente no quedan restos, más que unos amorfos cimientos en el cerro llamado El Castillejo, donde pudo estar situada esa atalaya que permitía observar ampliamente todos los campos de alrededor y establecer mecanismos de protección en caso de necesidad.
Pero sí del castillo no se conserva prácticamente nada, muy distinta es la
valoración que merece la espléndida iglesia parroquial, dedicada a la Asunción
de Nuestra Señora. Es un edificio de mampostería en cuyo exterior destaca
sobremanera la magnífica portada estilo Renacimiento, de composición muy
clásica y levantada a mediados del siglo XVI, después de que el visitador del
obispado hubiera anotado en sus libros que el templo existente contaba solo con
una de mampostería cubierta de madera. No mucho más
tarde comenzaron las obras de ampliación que, en principio, dieron lugar a la
formación de una sola nave, con entrada por la actual calle de Las
Campanas, a la que posteriormente se le añadió la nave oriental conocida con el
nombre de Nuestra Señora del Rosario y la torre. En el siglo XVII se levantó “la nave nueva a la mano izquierda del altar mayor que es
la opuesta a la umbría” y de esa forma se completó la estructura interna del
templo que aún conoció nuevas intervenciones posteriores, como la eliminación
del coro y del púlpito y la sustitución de la solería tradicional, de barro,
por un pavimento de baldosa hidráulica.
En su actual configuración, en un edificio
levantado con fábrica de mampostería con sillares de piedra en las esquinas y
en la espadaña con dos huecos para campanas y remate de pináculos y bolas. La
portada se sitúa en la fachada norte y se forma mediante composición clásica,
con un arco de medio punto que apoya en columnas dóricas estriadas por un friso
del mismo estilo. Hay otra portada al mediodía y una espadaña de tipo
herreriano.
El interior se forma
mediante planta rectangular de tipo basilical, con tres naves separadas en
cuatro cuerpos por pilares cuadrados de notable envergadura sobre los que
apoyan arcos de medio punto. Hay un óculo lobulado en el hastial de poniente.
En el presbiterio se encuentra un ábside de tres lados, prácticamente invisible
desde el exterior por estar rodeado de edificaciones. Las tres naves están
cubiertas por un artesonado de especial belleza. Entre las obras artísticas
destaca un retablo neoclásico de pequeño tamaño pero muy elegante en las
formas. La pila bautismal es de piedra caliza vidriada. Conserva una
interesante colección de pinturas en la sacristía. Todo ello son detalles de
mérito que justifican que la iglesia fuese distinguida en 2001 con la
declaración de Bien de Interés Cultural, en la categoría de monumento.
Portada antigua en la calle de la Florida |
Eso ocurre dentro, en la iglesia. Fuera nos espera un pueblo de agradable trazado, cómodo de recorrer, en el que aún se pueden encontrar espacios bien conservados, como ocurre en la calle Real o en la de la Florida, donde sobreviven edificios de antigua prosapia. Peor suerte tuvo la ermita de San Bartolomé, ruinosa ya, en las afueras, donde no obstante se puede encontrar todavía un hermoso chozo, esa respetable construcción para uso de labradores y ganadores de antaño, que por fortuna nuestro tiempo ha ayudado a revalorizar en muchos pueblos. Pues aquí mismo, en Atalaya del Cañavate, hay uno en buen estado, en el que las nuevas generaciones pueden aprender, aunque sea solo visualmente, algo sobre nuestro pasado colectivo.
Cómo llegar
Atalaya del Cañavate queda junto a la A-31, entre Honrubia y Albacete.
Desde Cuenca se puede llegar por la N-420 hasta La Almacha donde hay que tomar
la A-3 en dirección Valencia, que se desdobla en Honrubia para dar origen a la
mencionada A-31 que lleva directamente a Atalaya del Cañavate.
Fiestas
Celebran la fiesta del Corpus
Christi. El domingo señalado se
hace una procesión, se oficia una misa en la iglesia de La Asunción y a
continuación se "corre la bandera" en la plaza del pueblo y se ofrece
el puñao a todos los asistentes.
Dónde comer y dormir
Mesón Los Rosales. Autovía, km. 175; 969 381 447
Casa Rural La Marquesa. Calle de la Marquesa, 18; 687 226 718
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