domingo, 24 de enero de 2021

ABRUMADORA Y CERCANA HOZ DE BETETA

 


        Por aquí pasó Don Quijote. Nada dice Cervantes, experto geógrafo y detallista narrador cuando lleva a caballero andante y socarrón escudero desde las llanuras de la Mancha hasta las tierras de Aragón. Podemos seguir el rastro de la singular pareja hasta la aventura del rebuzno del alcalde y desde allí, por un sendero ignoto pero que forzosamente les obliga a cruzar la Serranía de Cuenca, se encaminan hacia Zaragoza y puesto que el camino natural pasa por Beteta y Molina de Aragón no parece cosa desencaminada afirmar, como se dice en el arranque de este comentario, que por aquí, por la impresionante hoz de Beteta, pasó Don Quijote y es cosa ciertamente lamentable que el gran Cervantes no recogiera las, sin duda, inteligentes observaciones que haría el noble caballero al encontrar ante sus ojos tan extraordinaria belleza, tan diferente de su natal tierra manchega.

        Este es uno de los paisajes más atractivos de la Serranía de Cuenca, conservado todavía en envidiables condiciones de naturalidad. La hoz ha sido formada por el río Guadiela, trabajador incansable, al actuar sobre las muelas del Palancar y de Carrascosa y junto con la lluvia, pertinaz agente erosionador de los materiales calcáreos ha formado el magnífico cañón que se extiende a lo largo de más de seis kilómetros, entre Beteta y el Puente de Vadillos. Calizas, dolomías y margas de los periodos jurásico y cretácico son estructuras habituales en estos parajes, que aquí coinciden para dar forma a espectaculares acantilados y bellezas, algunos de ellos de más de 200 metros de desnivel. Un factor peculiar de esta Hoz, a diferencia de otras -tan abundantes en toda la Serranía conquense- es la muy variada vegetación autóctona existente y también la abundancia de especies animales. Y tiene, además, otro factor añadido no carente de interés: la carretera discurre paralela a ella, con varios recodos que permiten detener el automóvil lo que facilita su contemplación sin necesidad de realizar dificultosas excursiones senderistas aunque, desde luego, la mejor forma de conocer cualquier paraje es recorrerlo a pie firme, única forma de llegar a los rincones más escondidos.

        Dejando aparte este digresión, podemos centrarnos en el lugar donde estamos, la Hoz de Beteta, que se ha ido formando, a lo largo de los milenios, mediante el trabajo de cortar transversalmente los materiales carbonatados del mesozoico, formando fracturas ciertamente espectaculares, con llamativas paredes verticales (alguna de más de doscientos metros), de tonos ocres y pardos, mientras que en otros sectores la abundancia de vegetación autóctona cubre por completo la superficie rocosa. A lo largo del recorrido, encontraremos variadas formas de la erosión cárstica, como desprendimientos rocosos, cascadas, travertinos, dolomias, tormos, festones, meandros, coladas, laminadores, sifones, surgencias y cavidades, mediante el paciente trabajo sobre tierras del jurásico y el cretácico. No olvidaremos tampoco, por su originalidad, la presencia de materiales tobáceos más antiguos que los ya citados (corresponden al periodo pleistoceno), cuyo origen, explican los científicos, se debe a un represamiento del Guadiela.

         En cuanto al Sumidero de Mataasnos, ligado directamente a la hoz de Beteta, se encuentra a tres kilómetros al oeste de ella, si bien la surgencia se encuentra en la misma hoz. Se trata de una cavidad subterránea de acusada verticalidad, con un recorrido interior de más de cuatro kilómetros, cuya boca se encuentra a una altitud de 1235 metros y formada también por materiales calcáreos. En el arranque hay una cornisa y luego la cavidad propiamente dicha, en cuyo interior se pierde el curso del arroyo de Mataasnos.



    Este hermoso espacio natural, auténtica maravilla de la naturaleza, esplendor de formaciones rocosas, es también un magnífico vergel botánico, al que se ha dado el título de Paseo de los Tilos, cuyo contenido más llamativo e importante se encuentra localizado en el tramo central de la hoz, en los rincones umbríos y en los humedales al pie del acantilado, en la ribera del Guadiela. La masa forestal es también importantísima. El soporte básico es el pino negral, pero el sotobosque es bellísimo y abundante, con quejigos, chopos, álamos, sauces de ribera, tilos, avellanos y una muy variada y hermosa flora de montaña, como temblones, tejos, acebos y arces. El carácter húmedo del entorno y su aspecto umbrío sirven para acoger especies vegetales propias de latitudes septentrionales como ocurre con los tilos y avellanos, poco frecuentes en la Serranía de Cuenca y que vienen a formar en la hoz de Beteta un auténtico refugio de vegetación atlántica. Singularmente podemos admirar el primero de los árboles citados en el paraje Fuente de los Tilos, uno de los que están marcados en el recorrido de la hoz y que aquí, en la hoz de Beteta, marcan el límite meridional de estos bosques. Naturalmente está el pino, el señor indiscutible de la Serranía de Cuenca, aquí presente en la modalidad del elegante y sobrio pinus nigra, que coexiste con quejigos, sabinas, comunidades de ribera y rupícolas singulares que pueblan los puntos más arriscados del soporte rocoso.

            Pueden encontrarse -y no fácilmente, como se puede suponer: hay que abrir bien los ojos y ser prudentes para no espantarlos- mamíferos comunes como el zorro, la ardilla, el ciervo o el jabalí; pero los más interesantes son especies como el lagarto ocelado, la culebra lisa, lagartijas de muy variadas familias, buitre, alimoche, cernícalo, mirlo, herrerillo, petirrojo, pico picapinos, agateador, águila culebrera, azor, gavilán, águila calzada, carabo, etc., sin olvidar abundantes familias de murciélagos y también ejemplares de especies amenazadas como la nutria, el tejón, la gineta y el gato montés. De todos ellos, el más fácilmente visible es el buitre, de abundante presencia sobre los cielos de la hoz, donde pueden admirarse sus serenas evoluciones, sin apenas aleteo, planeando desde la altura a la búsqueda paciente de algún resto carnívoro que pueda servir para su alimentación, aunque el ser humano, colaborador con esta singular especie, ha preparado una buitrera en la que facilita su alimentación.

            Los quirópteros (murciélagos, en sus distintas variedades) encuentran adecuado cobijo natural en las numerosas cuevas y simas de la hoz, constituyendo uno de los refugios de invernada más importantes de Castilla-La Mancha para el murciélago mediterráneo de herradura, del que han llegado a contabilizarse dos centenares de individuos. También son importantes las aves reproductoras, de las que hay habitualmente no menos de 62 especies, de las que 8 están incluidas en el catálogo regional de especies amenazadas. Aparece también la chova piquirroja y hay varias parejas de mirlo acuático. El capítulo faunístico se completa por la presencia de importantes especies de fauna invertebrada, como el lepidóptero graelisia isabellae, habitual en los bosques de pino negral.   

            Estamos hablando de un conjunto natural de unas 800 hectáreas de superficie, que puede ser recorrida a pie, por la vertiente izquierda del río, donde se han señalado hasta diez paradas, que permite al senderista apreciar en todo su valor la riqueza natural, botánica y animal, de la zona. En la hoz se encuentra la Cueva de la Ramera, situada a media altura, en una enorme pared rocosa, a cuya entrada se puede acceder a través de una gran escalera de hierro. La cueva tiene una profundidad de unos mil metros, y los 400 primeros disponen de iluminación, dentro de un proyecto municipal encaminado a hacerla visitable de manera organizada.

 

[La Hoz de Beteta y el Sumidero de Mataasnos fueron declarados monumento natural de Castilla-La Mancha por Decreto de la Junta de Comunidades de 2 de marzo de 2004].

 

 

Otros lugares del paisaje cárstico en la provincia de Cuenca

 

            Los Callejones (Las Majadas)

            La hoz del Solán de Cabras (Beteta)

La hoz de Valdeganga (Valdeganga de Cuenca)

El desierto del Cambrón (Cuenca)

La hoz del río Escabas (Cañamares y Priego)

La hoz del río Trabaque (Arcos de la Sierra y Albalate de las Nogueras)

La hoz de Tragavivos

El Estrecho del Infierno (Fuertescusa)

 

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