viernes, 19 de febrero de 2021

AROMAS ALCARREÑOS EN TORNO A CASTILLEJO DEL ROMERAL

 


En el corazón de la Alcarria, en esa comarca envuelta por aromas de silenciosa nostalgia, cuyos pueblos se van apagando lentamente a impulsos de una progresiva despoblación para la que no parecen surgir remedios, se encuentra el pequeño pueblo de Castillejo del Romeral, enclavado en el valle del río Mayor, dotado de una antigua estación en la línea férrea de Aranjuez a Cuenca, suprimida cuando el tren también entró en un proceso de imparable decadencia; en su lugar se habilitó una especie de apeadero de utilización esporádica

     El nombre del pueblo debe aludir a la existencia de alguna instalación de vigilancia defensiva a la que se añadió como elemento diferenciador el término alusivo a la abundancia de romero. Desde sus orígenes, en la Edad Media, formó parte del Alfoz de la ciudad de Huete, a la que finalmente ha vuelto a incorporarse, renunciando a su autonomía municipal en 1973.

    Se encuentra a una altitud de 909 metros, con las viviendas distribuidas en una disposición escalonada, en tres vertientes paralelas, a diferente altitud. En la primera o inferior se encuentra la antigua casa-palacio del marqués de Caracena, que tiene delante un espacio aplazolado; en el segundo escalón está la plaza mayor, con el edificio municipal que alberga diferentes servicios públicos, incluyendo las antiguas escuelas; por último, en el nivel más alto se encuentra la iglesia parroquial. La impresión general del pueblo es excelente. Aunque no se conservan elementos arquitectónicos de carácter popular, el conjunto ha sido modernizado con limpieza, orden y buen gusto. Un buen ejemplo lo ofrece la armónica Plaza Mayor, dominada volumétricamente por el edificio municipal, de noble apariencia y correcta traza arquitectónica, no muy frecuente en estos pueblos.

    Además de la iglesia parroquial, a la que nos referiremos seguidamente, es oportuno citar, como elementos de interés, la Fuente del Gorromo, romana, de potentes dovelas, situada en las afueras del pueblo y la ermita del Carmen, pequeña construcción moderna, localizada en la calle del mismo nombre.

   A pesar de su pequeñez demográfica, tiene una iglesia de importancia, construida en el siglo XVII con predominio en la fábrica del estilo renacimiento. Es de tres naves, de mampostería, con sillares en las esquinas. Como se puede deducir por la fecha citada, existió una iglesia anterior, que tenía una sola nave, con cubierta de madera y que, muy probablemente, correspondía al espíritu románico propio de la repoblación de estas tierras en el periodo medieval. Sin duda, en cierto momento, los habitantes del lugar encontraron que ese templo, sencillo y pequeño, no respondía de manera satisfactoria a sus necesidades y emprendieron la construcción del nuevo, para cuya financiación ayudó el obispo Enrique Pimentel.



Una iglesia clásica y elegante

La iglesia que ha llegado hasta nosotros y que tiene una dedicación muy curiosa, la de San Pedro ad Víncula, es una construcción sobria, pero muy elegante, lo que denota que en su trazado y elaboración intervinieron manos diestras, conocedoras del oficio de la arquitectura eclesial, aunque sus nombres permanecen en el anonimato. Hacia el exterior no se aprecia ningún elemento ornamental de singular relieve lo que, por otro lado, sirve para realzar la presencia en la fachada principal de una elegante portada, de líneas clásicas que definen una composición muy habitual en este tipo de iglesias: una doble arcada de medio punto que apoya en pilastras pareadas y sobre ellas cruza un frontón partido con una hornacina en el centro y coronación de tres pirámides con bolas. Solo la presencia de esta portada proclama con evidencia la impronta dejada en el edificio por el riguroso clasicismo renacentista. Impresión que se ratifica cuando pasamos al interior para encontrar tres naves separadas por pilastras cuadradas que tienen unas basas de escasa altura y que sirven de apoyo para las bóvedas de arista, que se transforman en el crucero en una cúpula de gajos

A un extremo se alza la torre cuadrada, de sillería, estructurada en tres cuerpos que van disminuyendo su perímetro hacia arriba, donde se encuentran los huecos para las campanas, coronada por un pináculo en el que aletea una veleta en forma de cruz.

El retablo mayor es del siglo XVIII y tiene también una notable importancia artística. Corresponde a un tiempo en el que se está introduciendo la influencia barroca, aquí muy presente, con una organización espacial en dos cuerpos, el inferior formado por tres hornacinas de medio punto entre columnas salomónicas y el más elevado, con una sola hornacina, también entre columnas similares a la anteriores, formando todo él un conjunto muy agradable.

La iglesia de Castillejo del Romeral ofrece una saludable impresión de cuidado y limpieza, a la que no son ajenos los vecinos del  lugar, que hace unos años financiaron, por suscripción popular, obras interiores de restauración que incluyeron la renovación de la techumbre, pintura de paredes, construcción de vidrieras, limpieza del altar mayor y pintura de las puertas y bancos. Una actitud, sin duda, muy meritoria y que es un excelente remate para el amistoso recorrido por este agradable pueblo alcarreño.

Cómo llegar

Desde Cuenca es conveniente salir por la autovía A-40 y al llegar al desvío hacia Huete, tomar la autonómica CM 2019 en dirección a la ciudad optense. Aproximadamente a su mitad, en una rotonda, se toma el desvío hacia Castillejo del Romeral por la provincial CUV 2172 y en apenas cinco minutos se llega al pueblo. Para dormir y comer se puede volver a Cuenca o llegar hasta Caracenilla o Huete.

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