El nombre de este lugar, un pequeño enclave situado en la
parte central de la provincia, alude al afán de humildad en que se inspiraron
sus primitivos habitantes a la hora de bautizarlo, apenas una mota, una señal
casi insignificante en un terreno que anuncia la inmediata proximidad de la
llanura manchega. El río Altarejos, también de modestos recorrido y caudal,
cruza estas tierras agrícolas y a su amparo se formó el sexmo de Altarejos, una
especie de microclima social y económico, surgido en los momentos de la
repoblación cristiana, tras la conquista de Cuenca a finales del siglo XII. A
esa época corresponde la erección de su pequeña iglesia que, pese a los cambios
posteriores, puede ser incluida sin mayores problemas en el estilo románico
propio de los tiempos medievales.
Mota de Altarejos se encuentra acomodado en la falda de una
pequeña colina y al amparo de la corriente del arroyo que pasa a los pies. Esa
disposición hace que la distribución del caserío esté dispuesta en una ligera
inclinación, desde la parte más baja, a nivel de río y carreteras hasta la más
alta, marcada por la presencia de la iglesia, situada en posición apartada, a
unos metros de donde terminan las viviendas. Allí, en efecto, en lo alto del
promontorio, perfectamente aislada, la pequeña construcción permanece
solitaria, contemplando cómo discurre la vida de la cada vez más reducida
población, ajena quizá a la presencia de este bello recinto arquitectónico, que
cuenta con las bendiciones oficiales en forma de reconocimiento de su condición
de Bien de Interés Cultural, en la categoría de monumento.
La construcción original era románica, pero fue muy
modificada posteriormente, para sustituir el ábside primitivo semicircular y
alargar la longitud de la nave además de incorporar la actual espadaña. No
obstante puede apreciarse con bastante nitidez la inicial estructura románica,
periodo del que se conservan parte del muro norte y un fragmento más breve del
muro sur, además de la portada. Una idea de cómo era el templo anterior a las
reformas se puede encontrar en los datos aportados por una visita diocesana que
en 1569 anota cómo las paredes son de piedra y el techo de madera.
La obra actual, tal como la vemos, está construida en
mampostería con sillares en las esquinas, que se superpone a la arenisca
románica inicial; además, también se pueden apreciar los sillares originales
del presbiterio, ahora incorporados a los muros. La portada se encuentra en la
fachada sur, de estilo protogótico con dos arquivoltas abovedadas lisas que
apuntan ya la ojiva; las dovelas y las jambas son de sillares; se decora con un
recercado de puntos de diamante en el trasdós, como es costumbre en las
iglesias de este grupo. El muro conserva un alero de canecillos recortado con
escocia en el borde inferior. Estos son los elementos más destacados del estilo
primitivo, los que justifican su inclusión en el apartado dedicado a las
iglesias de la época medieval.
A él no corresponde la espadaña que está a los pies del
edificio y se organiza en dos cuerpos, recogiendo el espíritu renacentista.
También en el interior se aprecian las modificaciones introducidas
posteriormente; tiene una sola nave, de planta rectangular, que se modifica en
el cabecero cuadrado, separados ambos sectores por un arco de medio punto con
moldura interior, que se apoya sobre gruesos pilares cilíndricos. La nave se
cubre con artesa de madera sujeta por vigas tirantes y es una solución de
evidente atractivo estético.
La pequeña y sencilla iglesia de Mota de Altarejos es un
buen ejemplo de que en cualquier lugar, por modesto y humilde que sea, puede
encontrar acomodo el sentido artístico de seres anónimos que, fieles a su
tiempo, fueron capaces de transformar tendencias y modas para aplicarlas en el
ámbito en que vivían y al que aportaron sentido del equilibrio aplicado a la
necesidad utilitaria que demandaban las gentes del lugar.
Cómo llegar
Por la carretera N-420,
en dirección al sur de la provincia. Pasado el puente del Castellar, en el
kilómetro 401 se encuentra en desvío que apenas a 100 metros lleva hasta el
pueblo.
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