Hay un
rincón paradisiaco, al borde mismo de donde Cuenca pierde su nombre para
empezar a llamarse Valencia, que se mantiene milagrosamente en pie y, según
creo, con un espíritu muy vivo, cosa sorprendente en estos tiempos de cierre,
liquidación apresurada y galopante pérdida de la memoria. De hecho, esto último
no es aplicable al caso de la Venta de Contreras, envuelta en un suave aroma de
silencio, cuando no de desconocimiento generalizado, a pesar de que se trata de
uno de los espacios más atractivos que se puede imaginar.
En 1950,
Fidel García Berlanga adquirió la instalación y, asesorado por el arquitecto
Muguruza, reformó y mejoró el aspecto general, respetando por completo su
estructura básica, para convertirla en un lugar excepcionalmente agradable,
como bien pudieron comprobar personajes tan dispares como Ernst Hemingway, Ava
Gardner, Miguel Delibes, César González Ruano, Camilo José Cela, los Goytisolo
o Fernando Trueba, por citar algunos de los innumerables personajes famosos que
aquí hicieron parada y fonda pero también de otros muchos ciudadanos anónimos,
que encontraban un auténtico placer en ir hasta allí para disfrutar del enorme,
inconmovible paisaje, del encanto de la propia venta y de la hospitalidad de su
siempre amable propietario.
Ese
carácter cambió cuando la nueva carretera dejó al margen venta, puerto y puente
de manera que para llegar a ella había que hacer un tortuoso camino, no siempre
cosa de gusto para una generación de viajeros que ha hecho de la comodidad y la
velocidad dos principios de fuerza incontrovertible. La situación parece
superada porque también han llegado otros planteamientos y diferentes
necesidades, entre ellas, de manera principal, la vinculación y el disfrute de
la naturaleza, que en estos parajes ofrece un terreno apropiado para ello de
manera que piragüistas, escaladores, caminantes, caballistas, exploradores y
similares, encuentran en Contreras el espacio adecuado para su afición.
La venta
se mantiene prácticamente tal cual en su edificio original, con una
construcción agradable, con abundancia de madera y rejas y otros edificios
auxiliares modernos para atender las nuevas necesidades. En su interior se
conserva también una variada colección de elementos de todo tipo de la cultura
popular, como cerámica, vajillas, muebles de madera, etc., cuidadosamente
mantenidos por sus propietarios.
Contreras
es también la puerta de entrada a la Hoces del Cabriel y Los Cuchillos, dos
parajes de excepcional importancia natural y paisajística, que surgen como
consecuencia del trabajo incansable del río Cabriel a lo largo de los siglos.
Una ruta señalizada permite realizar el recorrido por el lugar, en el que
abundan, aunque no siempre es fácil localizarlos, numerosos ejemplares de la
fauna autóctona así como una rica variedad de arbustos, matorrales, flores y
árboles que dan forma, junto con el impresionante roquedo, a un espacio
calificado como Parque Natural. Junto a él, la Venta
de Contreras es una especie de pequeño paraíso.
Cómo
llegar
El primer objetivo es llegar a Minglanilla y allí
buscar el acceso a la antigua carretera nacional N-III, que se debe tomar en
dirección Valencia. A 2,5 kilómetros surge el desvío que conduce al Puerto de
Contreras. Al fondo, una vez que se alcanza el nivel del río Cabriel, está la
Venta.
Dónde
comer y dormir
La venta tiene restaurante y ofrece, para dormir, cinco
bungalows, un camping y un albergue para grupos numerosos.
Teléfonos:
962 186 170 / 606 874 206.
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