lunes, 27 de abril de 2020

MOLINOS DE PAPEL. UN PALACIO-PANTEÓN




Palacio-panteón de Molinos de Papel

  A muy poca distancia de Cuenca, casi tan cerca que puede llegarse andando, y de hecho son muchos los caminantes por la ribera del Huécar que hacen ese camino de manera frecuente, se encuentra un lugar ciertamente singular, llamativo ya desde su propio nombre, Molinos de Papel, directa y clara alusión a una industria que allí tomó forma y prosperó durante décadas, de manera tal que su fama llega hasta nuestros días, como referencia ineludible cuando se hacen comentarios, libros o artículos sobre la fabricación de papel en España. Aldea de Palomera, ambos nombres van unidos de manera indisoluble, de modo que hablar de uno es como mencionar también al otro.   
   Nos cuentan los cronistas de Cuenca que el primer molino de papel instalado aquí fue el del genovés Juan de Otonel, en 1626, quien dio trabajo a 30 personas, consiguiendo desde el primer momento el favor de la corona con lo que fue posible desarrollar una próspera industria, que alcanzó prestigio nacional, mientras el pequeño caserío situado al borde del Huécar emprendía un periodo de bienestar. La felicidad, en este mundo, tiene una vigencia limitada y por ello llegaron después los años de desavenencias, desentendimiento y penurias, hasta que los Clemente de Aróstegui, familia singularmente benemérita, les dio un nuevo impulso, ya a finales del siglo XVIII. Fue la última descendiente de esta estirpe, doña Gregoria de la Cuba y Clemente,  cuya estatua de matrona regia se encuentra en el parque de San Julián, la que ideó poner en marcha una fundación que tenía una doble finalidad: promotora de la actividad agraria en las extensas tierras de su propiedad, con lo que se beneficiaba a loa labradores de la comarca y educativa, creando unas escuelas que ofrecieron enseñanza a los niños de la aldea y de su pueblo matriz, Palomera. La artífice de esta iniciativa falleció sin descendencia, de manera que con ella se agotó la estirpe, pasando sus bienes a ser gestionados por una fundación que, como suele suceder en tantos casos similares fue languideciendo con el paso de los años hasta llegar a un estado parecido a la inanición.
   Para cumplir sus propósitos, la fundadora levantó un magnífico complejo edificado, un palacio-panteón de grandes proporciones y magnífico aspecto visual, con valiosos elementos arquitectónicos y artísticos en su interior, que sobreviven con cierta dignidad al destructor paso del tiempo cuando lo acompaña el abandono. El edificio, de planta rectangular con alas perpendiculares al eje principal, deja en el centro un amplio patio con fuente. En la fachada principal se abre la puerta adintelada, a la que acompañan un balcón principal y varias ventanas con rejería tradicional y se cubre a cuatro aguas. Junto a la casa señorial propiamente dicha se encuentran las dependencias de los trabajadores de la finca, la escuela y la casa del sacerdote que atendía el culto.


   Adosada al edificio principal se encuentra la iglesia-panteón, construida entre 1898 y 1903 con dedicación a Nuestra Señora de la Contemplación. Todo ello de inspiración neogótica que proporciona al conjunto una amable y romántica sensación de melancolía agridulce. Quienes pasan diariamente por delante de la fachada apenas si le dirigen una mirada distraída y pocos sienten el deseo de parar unos minutos para echar un vistazo a esta melancólica y romántica imagen, en cuyo interior, la Virgen del Trapo revive cada año cuando sale en procesión una de esas leyendas tradicionales de tanto encanto como dudosa certeza.
   La fundación, prácticamente inexistente desde hace años, ha quedado ya formalmente extinguida asumiendo la Diputación la propiedad del inmueble, con la intención de promover una hospedería, salvo la iglesia, que se integra en la estructura de la diócesis. Con ello, pensamos, a este hermoso complejo le puede esperar un futuro más animoso del que ha tenido en los últimos tiempos.

Cómo llegar
   Desde Cuenca el punto de partida es la Puerta de Valencia, donde empieza la carretera de Palomera por la Hoz del Huécar. A ocho kilómetros se encuentra Molinos de Papel, aldea de Palomera

domingo, 26 de abril de 2020

MINGLANILLA. LA ENCANTADORA VENTA DE CONTRERAS


Hay un rincón paradisiaco, al borde mismo de donde Cuenca pierde su nombre para empezar a llamarse Valencia, que se mantiene milagrosamente en pie y, según creo, con un espíritu muy vivo, cosa sorprendente en estos tiempos de cierre, liquidación apresurada y galopante pérdida de la memoria. De hecho, esto último no es aplicable al caso de la Venta de Contreras, envuelta en un suave aroma de silencio, cuando no de desconocimiento generalizado, a pesar de que se trata de uno de los espacios más atractivos que se puede imaginar.
             

Contreras debió ser el apellido de la familia fundadora de la aldea medieval en la que llegaron a vivir hasta 45 habitantes. La venta se construyó hacia el siglo XVI, como parada de postas para las diligencias que hacían el trayecto entre Madrid y Valencia por la sierra de las Cabrillas, en un viaje que duraba siete jornadas. Las cosas mejoraron cuando se construyó la carretera del puerto y el ingeniero Lucio del Valle trazó en 1851 el espectacular puente que salva el cauce del Cabriel y que, aunque ya prácticamente no se utiliza, porque se trazó primero una nueva carretera, la N-III y luego otra aún más avanzada y moderna, la A-3, sigue existiendo en su mismo lugar, inamovible, poderoso y, a la vez, extraordinariamente delicado en su implicación rotunda en el paisaje de la hoz del río.
 En 1950, Fidel García Berlanga adquirió la instalación y, asesorado por el arquitecto Muguruza, reformó y mejoró el aspecto general, respetando por completo su estructura básica, para convertirla en un lugar excepcionalmente agradable, como bien pudieron comprobar personajes tan dispares como Ernst Hemingway, Ava Gardner, Miguel Delibes, César González Ruano, Camilo José Cela, los Goytisolo o Fernando Trueba, por citar algunos de los innumerables personajes famosos que aquí hicieron parada y fonda pero también de otros muchos ciudadanos anónimos, que encontraban un auténtico placer en ir hasta allí para disfrutar del enorme, inconmovible paisaje, del encanto de la propia venta y de la hospitalidad de su siempre amable propietario.
Ese carácter cambió cuando la nueva carretera dejó al margen venta, puerto y puente de manera que para llegar a ella había que hacer un tortuoso camino, no siempre cosa de gusto para una generación de viajeros que ha hecho de la comodidad y la velocidad dos principios de fuerza incontrovertible. La situación parece superada porque también han llegado otros planteamientos y diferentes necesidades, entre ellas, de manera principal, la vinculación y el disfrute de la naturaleza, que en estos parajes ofrece un terreno apropiado para ello de manera que piragüistas, escaladores, caminantes, caballistas, exploradores y similares, encuentran en Contreras el espacio adecuado para su afición.
La venta se mantiene prácticamente tal cual en su edificio original, con una construcción agradable, con abundancia de madera y rejas y otros edificios auxiliares modernos para atender las nuevas necesidades. En su interior se conserva también una variada colección de elementos de todo tipo de la cultura popular, como cerámica, vajillas, muebles de madera, etc., cuidadosamente mantenidos por sus propietarios.
Contreras es también la puerta de entrada a la Hoces del Cabriel y Los Cuchillos, dos parajes de excepcional importancia natural y paisajística, que surgen como consecuencia del trabajo incansable del río Cabriel a lo largo de los siglos. Una ruta señalizada permite realizar el recorrido por el lugar, en el que abundan, aunque no siempre es fácil localizarlos, numerosos ejemplares de la fauna autóctona así como una rica variedad de arbustos, matorrales, flores y árboles que dan forma, junto con el impresionante roquedo, a un espacio calificado como Parque Natural. Junto a él, la Venta de Contreras es una especie de pequeño paraíso.


Cómo llegar
    El primer objetivo es llegar a Minglanilla y allí buscar el acceso a la antigua carretera nacional N-III, que se debe tomar en dirección Valencia. A 2,5 kilómetros surge el desvío que conduce al Puerto de Contreras. Al fondo, una vez que se alcanza el nivel del río Cabriel, está la Venta.

Dónde comer y dormir
         La venta tiene restaurante y ofrece, para dormir, cinco bungalows, un camping y un albergue para grupos numerosos.
         Teléfonos: 962 186 170 / 606 874 206.

VALERIA. UNA CIUDAD HISPANO-ROMANA



    Las legiones romanas encontraron en la meseta inferior un territorio apropiado para el asentamiento de sus intereses y lo hicieron de manera poco violenta: escasa resistencia encontraron en los pobladores de aquellos lugares, que con facilidad se adaptaron a la nueva situación. Valeria, situada prácticamente en el centro de la provincia, es un buen ejemplo. Conquistada por Tiberio Sempronio Graco hacia el año 179 aC., un siglo más tarde el pretor Valerio Graco fundó la colonia urbana a la que dio su propio nombre, eligiendo para ello una posición topográfica extraordinaria: un farallón rocoso situado (y defendido) por los ríos Gritos y Zahorra. Roma le concedió pronto el derecho del Lacio antiguo y la joven ciudad, cada vez más próspera y estable, como se deduce de la importancia de su estructura urbanística, vivió en paz y en orden. El momento de mayor brillantez y prosperidad corresponde al siglo I de nuestra era y coincide con la política impulsada por Julio César a favor de las élites locales del imperio, como colaboradores eficaces para aventurar la romanización efectiva del territorio, algo que en Valeria ocurrió con total precisión. Con ese apoyo de la metrópoli, durante ese siglo y el siguiente se construyeron las grandes obras urbanas, como el monumental ninfeo. Luego, la caída del imperio trajo consigo también el apagamiento de la urbe, que entró en un largo periodo de siglos, de vida lánguida e incluso abandono de su hábitat tradicional, trasladándose la población a un lugar cercano al que llamaron Valera de Arriba.
      Hacia mediados del siglo XX, un hombre nacido en Valeria consiguió un deseo sentimental: ser destinado a ejercer el oficio de maestro en su lugar natal. Algo más pretendía Francisco Suay al obtener este destino: dar forma a un viejo sueño, alimentado desde que era niño y supo que allí mismo, cerca de su pueblo, dormía desde hacía muchos siglos una vieja ciudad hispano-romana. Con la fuerza de la juventud y el entusiasmo de la aventura, Paco Suay puso manos a la obra, invirtiendo su tiempo libre en pasear por el recinto en que debía estar la Valeria que citaban los libros clásicos. Unas monedas, unos fragmentos de cerámica, algún trozo de ánfora le indicaban que ese era el camino. El día que encontró una cabeza completa perteneciente a una estatua supo que había localizado lo que buscaba. Gracias a esa intuición y a los esfuerzos posteriores, hoy podemos disfrutar de este espléndido recinto.
       La ciudad romana se encuentra claramente adaptada a la naturaleza topográfica de la zona, con un sentido del urbanismo marcadamente utilitario. Hay calles empedradas, en el cerro del Hoyo, así como un equivalente de casas colgadas sobre el abismo de la hoz, que recuerdan necesariamente a las de Cuenca, pero también es del máximo interés la arquitectura civil que se puede vislumbrar, mediante la identificación de las tabernae, la basílica y otros edificios público pero, sobre todo, del extraordinario ninfeo (nimphaeum), uno de los más llamativos de cuantos se conservan de aquella época, y que tiene una longitud de 85 metros. Se trata de un complejo de captación y distribución de aguas, formado por el acueducto, cuatro grandes algibes, una galería abovedada y una plataforma, limitada por dos calles o decumanos, destacando el propio ninfeo, o fuente monumental. Todo ello es un eficaz y rotundo ejemplo de la secular habilidad romana en el terreno de las obras públicas.
     Excavaciones posteriores han ido encontrando nuevos aspectos muy significativos con fragmentos de columnas, basas y capiteles, que dan idea de la importancia del lugar. En la serenidad inmensa de La Mancha, la presencia de Valeria, sus murallas, el paseo por sus calles y monumentos y la visión pavorosa del abismo circundante ofrecen al visitante una ejemplar y valiosa lección de historia urbana que nos devuelve a años intensos marcados al ritmo de la pax romana.

Cómo llegar
   Desde Cuenca, hay que salir por la carretera de Valencia. En seguida, en la primera gran rotonda situada en el kilómetro 9, se debe tomar la CM-2100 que lleva directamente a Valeria.

Dónde comer y dormir
    El pueblo más cercano en que se puede comer es Valverde de Júcar.
     Casa Riánsares. Casa Rural. Valerio Flaco, 34; 961 510 355 / 654 499 203
     La Quinta de Malu. Casa Rural. 6 de Junio, 3; 655 027 223.
     Quinta La Zarzamora. Casa Rural. 6 de junio, 6




martes, 7 de abril de 2020

ALBALATE DE LAS NOGUERAS


Envuelve la visión de Albalate de las Nogueras un aroma de suave encantamiento, como de cuento de hadas ambientado en tiempos remotos, con la espadaña triangular de su iglesia dominando el cerro a cuyos pies se extiende, en forma ordenada, la distribución de calles en orientación casi paralela, por las que el ser humano puede pasear al hilo de amables ensoñaciones mientras siente el remoto latido de quienes en lo antiguo, muy atrás en el tiempo, poblaron estos espacios. Lo dice ya, de manera muy explícita, el propio nombre del lugar, al-balat, el camino, voz árabe quizá alusiva a una anterior calzada romana que por aquí buscaría senderos, desde el corazón de la Serranía hasta la poderosa Ercávica, no muy alejada. Rodeando el espolón que ocupa el casco urbano se encuentra el río Trabaque, que viene desde Villaconejos formando bellísimos cultivos de mimbre, de cromatismo variado según las épocas del año; un viejo puente medieval, el del Nogueral, explica de manera muy expresiva la antigüedad de la villa, en la que fueron dejando su rastro las sucesivas civilizaciones.
   A una de ellas, la medieval, corresponde la construcción inicial de la iglesia, siempre observadora desde la cumbre del cerro, mostrando a los alrededores, con orgullo, su bella espadaña románica de tres huecos bajo la que abre su mirada vertical una encantadora ventana gótica, pues a ambos estilos medievales se debe la primitiva definición arquitectónica del edificio. Hasta ella se llega fácilmente, sin mucho esfuerzo, pues nunca lo tiene el pasear de manera pausada, siguiendo el ritmo que marcan las calles, orientadas de forma longitudinal para quedar adosadas a la superficie del promontorio en cuyo segmento más alto espera la iglesia, en la plaza. Como corresponde a calles de origen medieval, aunque muy modernizadas por la evolución de los tiempos, siguen líneas irregulares en las que pueden verse, o quizá adivinarse, algunos buenos ejemplos de la construcción antigua. Y así, al amparo de un encanto intangible, que lo será más aún cuando termine de desarrollarse el proyecto de hacer de Albalate de las Nogueras una librería urbana total, un pueblo-libro, puede alcanzarse el nivel donde espera la iglesia, una de esas pequeñas maravillas en las que la mirada puede rastrear sin sorpresa la señal de la obra bien hecha.
    Es de origen medieval, como ya queda indicado y de ese periodo conserva las dos portadas, además de los elementos citados, la espadaña y la ventana bajo ella pero luego fue adaptada bajo inspiración renacentista y barroca, hasta dar con el resultado actual, sin que desentonen los diversos elementos integrados con armoniosa improvisación, como si las diversas manos que intervinieron a lo largo de los siglos para dar la forma definitiva al edificio fueran conscientes de su responsabilidad para mantener íntegra la belleza y el equilibrio como principios inspiradores que nunca deberían alterarse. Y si queremos aplicar esa afirmación a un elemento concreto, veamos la cornisa de canecillos que corre por todo el perímetro bajo la cubierta, un prodigio de minuciosidad y artificio, combinando alternativamente motivos vegetales con cabecitas de animales. Los amigos de fantasías quisieran que el cardenal Gil de Albornoz hubiera participado en la consagración de esta iglesia, asegurando que en ella empezó, como párroco, su brillante carrera eclesiástica, pero cien años de diferencia entre la época de construcción y la vida del cardenal dificultan ciertamente la credibilidad de semejante hipótesis. Innecesaria, por otro lado, porque en nada influye en la consideración admirable que suscita la visión de este hermoso y equilibrado templo, tan sencillo como todo lo medieval, tan elegante como todo lo renacentista, tan sugerente e imaginativo como lo barroco. Que de todo hay aquí, en la cumbre del empinado cerro a cuyo amparo crece y vive Albalate de las Nogueras.

Cómo llegar
   Desde Cuenca, por la carretera N-320 en dirección a Guadalajara. Al pasar Villar de Domingo García se toma a la derecha la autonómica CM 210 que llega hasta Albalate de las Nogueras.

Dónde comer
   La Olmilla. Carretera, 66; 667 972 951

Dónde dormir
Casa Asun. Las Eras, 20; 969 313 555 / 969 313 643. Casa rural.
Casa Nuria. Fragua, 2; 969 313 613. Casa rural.
      Casa Canales. Real, 13; 969 313 600. Casa rural
      El Vallejo. Honda, 19; 969 313 622 / 630 467 075. Casa rural.
      Casa Tere. Honda, 7; 969 313 517 / 617 951 737. Casa rural
      El Museo. Río, 13. 969 313 547 / 618 435 295 / 969 313 518. Casa rural. 
      La Solana. Casa rural. San Juan, 58 y Veguilla s.n.  969 313 627 / 630 134 223. Casa Rural.

CAÑETE




La villa amurallada de Cañete, situada bajo la sombra protectora de lo que fue poderoso castillo roquero, sigue siendo hoy uno de los conjuntos arquitectónicos más interesantes de la provincia de Cuenca pese a los extraordinarios deterioros que el paso del tiempo ha producido en su estructura inicial que aún puede verse en fragmentos y adivinarse en otros. Aunque los daños han sido considerables, es justo reconocer un cambio de tendencia en las últimas décadas, con actuaciones encaminadas a conservar lo que queda y recuperar lo que se pueda, asuntos ambos ciertamente delicados, circunstancias reconocidas por las declaraciones oficiales que han venido a proteger este recinto urbano.
El espacio protegido queda delimitado por la carretera de Campillos de la Sierra al N, la carretera de Cuenca a Teruel al E, el arroyo de las Fuentes al S y el cerro del Castillo al O. La villa se encuentra situada al borde del río  Mayor de Molinillos, al que vierte el arroyo de las Fuentes (conocido popularmente como de la Virgen), que en la proximidad de su desembocadura en aquél forma un hermoso barranco sobre el que se encarama una fachada de casas, adosadas a la muralla. En lo más alto, lo que queda del castillo domina por completo la disposición de la villa.
El elemento urbanístico fundamental es la Plaza Mayor, de la que, por fortuna, se conserva una fachada porticada con gruesos pilares de piedra y madera, en los que destaca una serie muy interesante de capiteles. De la plaza nacen seis calles, que forman la estructura radial de la población; algunas de ellas son extraordinariamente interesantes, de estrecho trazado y largo recorrido, en que se conservan en buena medida valiosos ejemplos de arquitectura popular serrana.


En el arranque de la calle de San Julián (que enlaza la Plaza Mayor con la ermita de la Virgen de la Zarza) se encuentra la iglesia-museo de San Julián y a su lado el Ayuntamiento. Paralela a ésta, hacia el norte, la calle del Padre Munárriz es muy larga, pues cruza la totalidad de la población, desde la zona de las murallas (cerca de la Puerta de San Bartolomé) hasta la del río (próxima a la Puerta de la Virgen). La calle del Agua es también de origen medieval y carácter popular, formando un ángulo desde la calle de la Virgen hasta la Plaza Mayor; en ella se pueden contemplar valiosos ejemplos de viviendas de dos plantas con galerías que sobresalen del nivel vertical. La calle de la Virgen adapta su trazado al del río sobre el que se vuelcan las traseras de las viviendas, formando un vistoso frontal de carácter popular y gran belleza paisajística en el que incluso hay asomos de la antigua muralla. También tiene interés la plaza del marqués de Cañete, condicionada por la poderosa arquitectura de la iglesia de Santiago (una auténtica iglesia-fortaleza, cuyo carácter semimilitar es perfectamente visible). Mencionaremos por último el espacio popularmente conocido como Placetilla de la muralla, situado al sureste del casco urbano, una amplia explanada, que por un lado tiene el amparo de la muralla y por otro el de la calle que lleva también el nombre de la Muralla y que está formado por viviendas situadas a media altura del cerro. Por encima de esta zona, al otro lado de la carretera de Valdemeca, distribuidos por el cerro inmediato, hay una buena muestra de almacenes, establos y graneros vinculados a la economía agropecuaria del lugar. Son pequeñas construcciones de muros de piedra y cubiertas con teja árabe, algunos todavía en uso y otros abandonados pero en conjunto forman una muy atractiva y didáctica colección de elementos de esta naturaleza. En el sector meridional del plano urbano es muy interesante observar la disposición de las calles, orientándose todas hacia la Puerta de la Virgen, en la que confluyen y a través de la cual el pueblo se comunica con las vegas exteriores y los caminos y veredas ganaderas que se dirigían hacia la cuenca alta del río Guadazaón.

Cómo llegar
Cañete se encuentra situada en la carretera N-420, de Cuenca a Teruel, a la altura del km. 500.

Alojamientos
   Hostería de Cañete. Carretera Cuenca-Teruel, km. 152; 969 346 045. Alojamiento y comidas. 
   Hostal La Muralla. Carretera de Valdemeca, 20. 969 346 299. Alojamiento y comidas. 
   Hostal La Toba. Isabel I de Castilla, 17. 969 346 353. Alojamiento y comidas.
   Hostal El Rento. Calle Elías Canetti; 969 346 250. Alojamiento y comidas.
   El Mayorazgo. Paraje Las Noguerillas; 969 213 814 / 610 437 076. Casa Rural.
   Molino del Marqués.. Río Mayor, s/n; 969 346 030 / 689 973 881. Casa Rural. 
   La Muralla II. Ronda de las Escuelas, s.n.; 969 346 299 / 969 346 426. Alojamiento rural y restaurante
   Villa de Cañete. Carretera de Valdemeca, 1; 650 226 451 / 969 346 322. Cabañas.

Restaurantes
   La Muralla. Carretera de Valdemeca, 20; 969 346 299
   Puerta de la Serranía. Isabel I de Castilla, 17. Restaurante Asador.
   El Rincón de Cañete. Muralla, 22; 969 346 358.
   Tapería Mi Lola. Plaza de las Eras, 3; 676 122 786
   Tu Casa. Carretera Cuenca-Teruel, 23; 643 146 136.

lunes, 6 de abril de 2020

CASTILLO DE GARCIMUÑOZ. UNA FORTALEZA SINGULAR




Desde la distancia, el perfil de la inmensa fortaleza aparece dominando, real y figuradamente, el inmenso paisaje que se extiende a su pies. Con esa intención la levantaron y así sigue apareciendo antes nuestros ojos, centro vital de toda la comarca, protector cuando hacía falta, controlador de vidas y haciendas en tiempos de paz. El castillo de Castillo de Garcimuñoz ha recobrado ya su apariencia normalizada, tras un larguísimo periodo en el que ha permanecido oculto entre grúas y andamios, mientras se realizaba en él lo que, de modo presuntuoso y desde luego artero, calificaron como “restauración”. Lejos de tal cosa, lo que manos pecadoras, poco respetuosas con la historia y con el patrimonio (eso sí, avaladas por los permisos y el dinero de un insensato ministerio de Fomento) han llevado a cabo es una irresponsable intervención que ha repartido a diestro y siniestro elementos metálicos coloristas para alterar por completo el espíritu y la textura pétrea de esta formidable fortaleza medieval que, pese a esta brutal actuación, se muestra capaz de sobrevivir a los avatares del tiempo, a través de siglos plagados de confusiones, sin que los actuales aparezcan despejados de incógnitas, ni mucho menos.
    Confieso una tangible debilidad hacia los castillos y lo que representan, en su aislada presencia, por lo general orgullosa, en lo alto de alguna colina desde la que contemplan impávidos el horizonte inmediato y ello incluso en un lugar como éste, tan vinculado al pueblo que lleva su mismo nombre, tan integrado en él que apenas si hay unos metros entre las torres que flanquean los extremos del edificio y las calles más próximas. De todos los que forman parte del territorio provincial, tan queridos y admirados, este me resulta especialmente entrañable, quizá porque contiene mayor carga literaria que ningún otro. Cuando lo veo y estoy cerca de él, cuando recorro pausadamente su contorno, contemplando las piedras tantas veces vistas, admirando la espectacular entrada gótica (incluso ahora, oscurecida, apagada, entre los armatostes metálicos de la infausta restauración) siento como si estuviera presente el pálpito de Jorge Manrique intentando asaltar estos muros en nombre de su reina, y aunque todo eso debe pasar siempre por el matiz de la realidad histórica, no puedo sustraerme a encontrar en ese gesto una profunda carga de melancólico lirismo. Y si a ese nombre, tan entrañable siempre, unimos el de su antecesor, el infante Juan Manuel, tanto tiempo señor de estos campos, alternando intrigas cortesanas y aficiones cinegéticas con bellísimas páginas escritas en un incipiente y digno castellano e incorporamos también el de alguien que vino después, el siempre atractivo Enrique de Aragón, uno puede sentir que toda la carga emotiva de la literatura viene a insuflar sentimientos vitales en estas piedras, tan dañadas.
   Del caballero Garci Muñoz, que asaltó y ganó la fortaleza para Castilla, arrebatándosela a los musulmanes, poco se sabe, pero dio su nombre al lugar y hay pocos seres humanos que puedan presumir de tal cosa. En el texto de las Relaciones Topográficas encontramos una referencia muy directa a cómo estaba aún el castillo en su época de plenitud. En cada esquina, un cubo grande, hermoso y bien labrado de sillería; debajo de cada uno de ellos, profundas mazmorras; de remate, en la parte superior, muy hermosas almenas de sillería y para su defensa, disponía de artillería en forma de lombardas gruesas de hierro colado, con grandes bocas. De cubo a cubo había una generosa dotación de rejas muy fuertes, hoy prácticamente perdidas en su totalidad. Todo ello, concluía la relación “denota bien la grandeza de ánimo e potencia de su autor”, que se sorprendería, sin duda, como los sucesivos ocupantes del castillo, si contemplaran la anómala mezcolanza de fortaleza e iglesia, al haber sido ocupada todo un ala por el templo parroquial, adaptando una de sus airosas torres esquinadas a singular campanario. 
   La fundación de la fortaleza corresponde de forma segura al periodo musulmán. Al hacerse la limpieza de la parte de castillo que estuvo destinada a cementerio, aparecieron vestigios urbanos de esta época. Existen serias posibilidades de que ese fuese el castillo llamado Al-Borch Jamal, conquistado por los almohades en su camino hacia Huete en 1172 “pasando a cuchillo a sus defensores, demoliendo y cautivando mujeres y niños”. La conquista se repitió a finales del siglo, a cargo ahora de Alfonso VIII, en su camino hacia Alarcón, hazaña que estuvo a cargo del caballero Garci Muñoz cuyo nombre quedó incorporado a la fortaleza, a cuyo amparo se desarrolló la población.


   En el siglo XIV la fortaleza pasó a ser propiedad del Infante don Juan Manuel, nieto de Fernando III, que en ella residió largas temporadas, compartiendo sus aficiones militares con las cinegéticas y literarias. Se apunta incluso la posibilidad de que aquí muriese su esposa Constanza. Recibió la distinción del villazgo de manos del rey Alfonso XI, en 1322. Formó parte del marquesado de Villena, por donación del rey Juan II al maestre Juan Pacheco, siendo cabeza de una extensísimo corregimiento, que incluía, como aldeas sujetas a su jurisdicción, El Pinarejo, La Nava, Torrubia (del Castillo), Las Casas de Don Benito, Ucero, Villafranca, La Almarcha y La Puebla (de San Blas). Casi todos ellos se fueron independizando a lo largo del tiempo, para constituir municipios con términos propios.
    La noble estructura del Castillo de Garcimuñoz ha sido víctima, en tiempos modernos, de un gravísimo atentado contra la historia, el arte y la cultura, promovido además, para mayor escarnio, por el ministerio de Fomento, responsable de una bárbara intervención, presentada a los incautos como una "rehabilitación" que ha consistido en implantar un informe mamotreto de vidrio y metales con el pretexto de convertirlo en un centro cultural.
    Ajeno al desaguisado, el castillo sigue contemplando, desde su altozano, cómo discurre el mundo a sus pies el continuo trasegar de viajeros presurosos que ven de un sitio para otro. Miles de ellos contemplan cada día, al pasar por la cercana autovía, el perfil generoso y sugerente de la que fue potente fortaleza militar, hoy apenas un amable señuelo para atraer las miradas y, quizá, las visitas.

Cómo llegar
   Castillo de Garcimuñoz se encuentra en la autovía A-3, entre La Almarcha y Honrubia.

Dónde comer y dormir
   Hostal La Sima. Autovía A-3, Km. 159,2; 969 141 178 / 969 141 040. Restaurante.
       Casa Rural La Cueva. Convento, 1; 969 191 795 / 638 012 144
       Casa Rural El Romeral. Romeral Bajo, 30; 969 291 249. Casa Rural.

BARCHÍN DEL HOYO. UN POBLADO IBÉRICO


A levante del pueblo actual de Barchín del Hoyo, en el sitio denominado Fuente de la Mota, en el cerro Plaza de Moros y en el paraje Rincón de San Miguel, todo ello en la Sierra del Monje, se vienen realizando excavaciones arqueológicas desde 1976, centradas en la búsqueda y descubrimiento de un poblado prerromano, cuyas características han permitido aportar interesantes datos para conocer la configuración urbanística de estos lugares de la Edad del Hierro. Desde el poblado, que ocupa una extensión aproximada de una hectárea, se domina un amplio valle. El recinto, que debió tener una población de unas 250 personas, está protegido por murallas y fosos; el carbono 14 ha permitido establecer que estuvo habitado entre los años 320 y 210 antes de Cristo, mientras que los trabajos arqueológicos confirman que el lugar tuvo un notable desarrollo urbanístico. Las viviendas estaban construidas con un zócalo de piedra en la parte baja y adobe en el resto; las piedras inferiores están enlucidas con cal y pintadas en rojo con arcilla diluida. Los suelos son de tierra apisonada y algunos, incluso, presentan losas irregulares. Los excavadores encontraron en cada recinto unas oquedades a las que atribuyeron el papel de silos para cereales o el de hornos para la elaboración de cerámica. Fueron abundantes los hallazgos cerámicos: grandes vasijas decoradas y sin decorar, cerámica de tradición celtibérica e ibérica con decoración geométrica, pesas de barro sin cocer, fusayolas, granos de cereal, etc., todo ello perteneciente al Hierro‑II mesetario, en conexión con los grupos vacceo‑arevacos. Excavaciones posteriores permitieron establecer la hipótesis de que se trató de un poblado industrial dedicado a la explotación de las materias primas de su entorno, como hierro o arcilla y que, además, mantuvo una intensa red de relaciones con los lugares próximos. El poblado pudo ser destruido durante el paso de Anibal y sus pobladores, junto con el sistema de trabajo, pasaron quizá a la cercana Valeria, entonces en pleno desarrollo por impulso romano.
   El lugar fue descubierto, si hacemos caso a la versión recogida por Muñoz y Soliva, por “unos labriegos haciendo excavaciones en busca de un tesoro, que soñaron tres noches” y que, muy posiblemente, ya habían encontrado algunas piezas metálicas antiguas, lo que animó sus deseos de seguir profundizando en la tierra, en búsqueda de más. El yacimiento empezó a ser cuidado por el Estado a partir del año 1980, mediante obras de consolidación de los restos y cerramiento del espacio protegido, a la vez que se iniciaban excavaciones periódicas que han permitido establecer algunas conclusiones y descubrimientos, como un horno, un taller textil donde se han encontrado agujas y pesos de telar, trazados de viviendas, pozos un poco más alejados, etc. Muy destacada fue una tablilla de plomo en forma de disco en espiral, con una inscripción en griego y en latín con la intencionalidad de servir de maldición contra Nicias y Time y sus descendientes, para los que se pide el castigo de los dioses del Hades y que durante algún tiempo estuvo expuesta en la Biblioteca Nacional.
    El yacimiento de la Fuente de la Mota ha sido especialmente generoso en cuanto al material cerámico encontrado, con piezas de extraordinaria calidad y belleza, demostrativas de la existencia de una auténtica industria que cuidaba no solo la utilidad de los productos sino su capacidad decorativa. Así han aparecido, en muy buen grado de conservación, ánforas, toneletes, vasijas, cuencos, platos, jarras y copas, de diferentes tamaños, algunos decorados con arcilla de sangre de toro o estampillados, otros con incisiones y con todo tipo de asas.
    Ante las piedras aparentemente informes del poblado ibérico de la Fuente de la Mota, el ánimo queda en suspenso intentando desentrañar esas realidades que las manos diestras de los investigadores encuentran, y que la imaginación ayuda a desenvolver en toda su misteriosa grandeza.

Cómo llegar
   Por la carretera provincial CU 7141, que hace un arco para comunicar Valera de Abajo y Olmedilla de Alarcón, ambos en la CM 2100.

Dónde dormir
   El Rincón de la Luz. San Roque, 52; 963 641 098 / 606 157 858. Casa Rural.
   El Olivar de Cuenca. Calle del Caño, 17; 693 731 445. Casa Rural.

Otras notas de Viajes en Barchín del Hoyo
   Un palacio señorial, el de los Melgarejo.
   Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción

TARANCÓN. IMPRESIONANTE RETABLO


                                                                   
Tarancón es la primera ciudad de la provincia de Cuenca, después de la capital, y la única que, con esta, sobrepasa los diez mil habitantes. Como urbe condicionada por la red de carreteras y dedicada primordialmente a la actividad industrial, durante años fue sufriendo un progresivo deterioro en su patrimonio edificado, a través de continuadas iniciativas encaminadas a cambiar el carácter de lo que era una gran villa manchega para dar lugar a otra considerada urbanísticamente moderna. En la última década se viene experimentando un cambio de tendencia mediante el desarrollo de una amplia preocupación ciudadana para incentivar propuestas culturales y recuperar inmuebles que, como la Casa Parada, ha sido habilitada para centro cultural o el Palacio de los Duques de Riánsares, acondicionado para sede del Ayuntamiento.
El elemento más destacado del patrimonio taranconero es la iglesia, dedicada como tantas otras de la provincia a la Asunción de la Virgen. Es un edificio de traza clásica, situado en un lugar emblemático de la ciudad, en el corazón del antiguo barrio del Castillejo. La expansión urbanística del núcleo se ha ido orientando de forma tal que el templo ha quedado en posición excéntrica, cada vez más lejos del centro vital, lo que ha planteado la conveniencia de instaurar otra parroquia para atender a los barrios más alejados.
      El edificio, declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento es una espléndida fábrica arquitectónica, en la que aún se pueden apreciar leves indicios de su origen gótico, pero que fue muy modificada en tiempos de Felipe II, por lo que los elementos dominantes pertenecen al periodo de transición del Renacimiento al Barroco y en la que resulta apreciable la influencia que en toda la comarca ejerció el cercano monasterio de Uclés. La obra exterior es de sillarejo en los muros y sillares de piedra en la torre, que tiene cinco cuerpos de planta cuadrada más un pináculo hexagonal. La portada principal orientada al norte es de estilo renacimiento y tiene una magnífica apariencia, enmarcada por cuatro columnas de orden dórico con friso corrido sobre ellas. Otra portada, situada hacia el sur, es de trazo más sencillo. Aún hay una tercera portada, de moderna construcción y orientada a poniente; es la primera que encuentra el visitante cuando cruza el Arco de la Malena, el símbolo emblemático por excelencia de Tarancón.
    En el interior es una iglesia de planta de cruz latina, con tres naves enlazadas por arcos formeros mientras que otros arcos fajones resaltados separan los cuatro cuerpos en que se dividen las naves. La principal está cubierta por bóveda de cañón con lunetos y las laterales por bóvedas de arista.
    En el lugar de honor del presbiterio llama poderosamente la atención una de las obras cumbres de la iconografía religiosa de la provincia de Cuenca, el extraordinario retablo tallado por Pedro de Villadiego cuya sola contemplación bien merece la visita a la ciudad y a su iglesia. Su historia y estructura han sido minuciosamente expuestas por Dimas Pérez Ramírez en un excelente trabajo, obligado punto de cita y referencia para cualquier comentario sobre el tema. Nos encontramos ante una de las obras más emblemáticas del plateresco que caracteriza al Renacimiento español y, sin duda, de las más valiosas obras de arte conservadas en la provincia de Cuenca. Se trata de un retablo espectacular, de 17 metros de altura y 9 de ancho, ejecutado en madera de nogal, tallada, estofada, pintada y dorada; tiene cuatro cuerpos horizontales y un ático, cruzados por cinco calles verticales. La hornacina central la ocupa la imagen de la Asunción de la Virgen (la obra actual, que sustituye a la primitiva, no tiene ningún valor); en el resto de huecos se distribuyen doce escenas relativas a la vida de Jesús, ocupando el ático varias figuras que forman el grupo de la Crucifixión (Crucificado, Virgen y San Juan); en el resto del retablo predominan los relieves y, como corresponde al plateresco, hay profusión de balaustradas, frisos, columnas, medallones y multitud de pequeños detalles que enmarcan la iconografía religiosa. Los técnicos apuntan a la influencia de Juan de Balmaseda como inspirador de este colosal retablo.
   El primer cuerpo (o sea, el inferior) tiene diez hornacinas vacías, pues sus imágenes desaparecieron durante la guerra civil. En el segundo cuerpo se disponen, a uno y otro lado de la Virgen, los relieves que representan el Nacimiento de Juan Bautista, El Bautismo de Jesús, la Anunciación y la Aparición de Jesús a la Magdalena. El tercer cuerpo ofrece las imágenes de santa Quiteria y santa Marina y los relieves de la Cena del Señor, la Oración del Huerto, el Nacimiento de Cristo, el Prendimiento y el Camino del Calvario. En el cuarto y más alto cuerpo aparecen dos medallones de escaso mérito artístico, representando a Santa Bárbara y Santa Catalina; junto a ellos, las imágenes de San Fabián y San Sebastián y los relieves de Santa Ana, Cristo en los brazos del Padre Eterno (una representación que se vincula con la tradición gótica) y la Impresión de las llagas de San Francisco. En el ático que corona la composición figura un frontón triangular, con el Calvario en el sector central y, a sus lados, Santa Corona y San Víctor, los patronos de Tarancón.
   Todo ello forma un conjunto armónico, de gran belleza, resultado de un equilibrio dinámico en el que la regularidad geométrica del bloque central aparece vivificada con la tensión dramática, el encanto poético y la suave policromía de las imágenes. El autor principal del retablo fue Pedro de Villadiego, notable imaginero palentino afincado en Cuenca, donde realizó numerosos trabajos, en su mayor parte perdidos; en Tarancón debió trabajar entre 1548 y 1560; más tarde se incorporó a la obra el flamenco Giraldo de Flugo, que posiblemente intervino en la realización de varias imágenes, siendo también probable que alguna de ellas llevara el cincel de Diego de Tiedra, puesto que estos dos artistas aparecen citados en los libros de cuentas como perceptores de ciertas cantidades por realizar unos trabajos no bien especificados, por lo que es imposible establecer cuál pudo ser la aportación concreta de cada uno de ellos a la terminación del retablo. A finales del siglo XVI, el pintor Francisco de Villena culminó el trabajo.
    El retablo de Tarancón, restaurado modernamente, es una extraordinaria pieza del arte español. Sólo por verlo merece la pena visitar la ciudad taranconera y pulsar su incesante y vitalista actividad.

PRIEGO


Hay una discusión larga y antigua, quizá permanente, entre quienes defienden la adscripción de Priego a la Serranía o a la Alcarria, pues entre ambas comarcas naturales se encuentra situada y de las dos posee y recibe características que ayudan a definir la adscripción a uno u otro territorio. Es indudable que los espacios serranos están al lado mismo del caserío urbano, con la poderosa presencia de la hoz que forma el río Escabas, y el mismo río considerado como integrante del paisaje con pleno derecho, con un pasadizo abrupto al que la voz popular dio un título muy expresivo, el Estrecho del Infierno, para calificar el durísimo camino, hoy suavizado, que paralelo al cauce se adentra en el roquedo camino de Cañamares. Pero no es menos cierto que junto a ese carácter se encuentra la dulzura alcarreña, que aporta olivos y mimbreras junto con un sentimiento literario que forma parte esencial de la historia eterna de Priego, con episodios de considerable importancia.
El núcleo ocupa un promontorio resultado del lento trabajo del río Escabas. El caserío queda así en posición elevada mientras a sus pies, en la hondonada profunda, discurre su cauce el río que riega la amplia y hermosa vega. Priego se encuentra a la entrada del valle que forma el río, protegiendo y defendiendo así todos los accesos a la Serranía. De la antigua muralla sobrevive solamente el torreón de Despeñaperros. En esa entrada se alcanza, de un primer vistazo, un concepto generalista sobre lo que es Priego, situado en un farallón rocoso protegido naturalmente por el río, con la iglesia de San Nicolás de Bari con una singular torre cuadrada de influencia italianizante destacando sobre los tejados y ese solitario torreón, última señal visible de un tiempo definitivamente desaparecido.
La ciudad de Priego (lo es desde 1894) posee un casco urbano con dos sectores muy diferenciados, a pesar de que la rapidísima transformación de los últimos años ha ido eliminando las señales delimitadoras. El Priego medieval era un recinto amurallado, que forma la que podemos denominar parte alta de la población, pero de aquella muralla sólo permanece hoy la Puerta de Molina, a partir de la cual se puede adivinar la estructura antigua, en torno a la plaza de la Batalla de Lepanto, que debió hacer las funciones de plaza mayor y mercado. Cerca de ella, la plaza de San Juan articula el recorrido urbano hacia las ermitas del extrarradio y las eras altas.


Esta disposición inicial empezó a ser transformada cuando la todavía villa alcanzó importancia política y administrativa al situar aquí su residencia señorial los condes de Priego. La construcción de su palacio, el trazado de una nueva plaza mayor -la actual de Los Condes de Priego- y la renovación de la iglesia inmediata, trasladó a la parte baja el centro de interés comercial. Para comunicar ambas zonas urbanas se trazó la calle Larga, precisamente a través del arco de la Puerta de Molina. Actuación que se vio complementada con las construcciones de numerosas casas señoriales, bien por familias pudientes o por familiares de la Inquisición.
Hoy, el elemento urbano fundamental sigue siendo la plaza mayor o de Los Condes de Priego, que tiene una configuración aproximadamente rectangular, con cuatro salidas de calle en distintas direcciones, dominada por la señorial presencia del Ayuntamiento y la existencia de edificaciones barrocas de construcción popular.
El conjunto urbano del Priego histórico es bastante desordenado y anárquico, lo que proporciona indudable encanto al recorrido por estas callejas y plazuelas en las que, sin embargo, se encuentran más espacios arruinados de los que sería conveniente, pero el agudísimo proceso de despoblación sufrido por la ciudad ha llevado consigo un importante abandono de la edificación consolidada hace apenas cien años. Lo que no es obstáculo para valorar la importancia de este bello enclave alcarreño-serrano.

Cómo llegar

   Desde Cuenca, se debe tomar la carretera N-320 en dirección a Guadalajara desde la que se abren dos posibilidades. Se puede seguir hasta Cañaveras y tomar a la derecha la CM 310 hasta Villaconejos del Trabaque o bien, pasado Villar de Domingo García, tomar a la derecha la CM 210 hasta Albalate de las Nogueras y aquí, a la izquierda, la CM 310 hasta Villaconejos del Trabaque. Una vez situados en este punto, por la CM 2108 se llega a Priego.

Dónde comer

   Los Claveles. Dr. Nicolás Herráiz, 15; 969 311 029.
   San Nicolás de Bari. Dr. Nicolás Herraiz, 18.
   Asador Casa Corral. Avda. Luis Ocaña

Dónde dormir

   Hostal Los Claveles. Dr. Nicolás Herráiz, 15; 969 311 029
   Apartamentos El Yugo. Avda. Luis Ocaña, 13; 969 311 202
   El Molino. Alojamiento rural. Puente de Hierro; 969 311 423
   Casa Elena. Alojamiento rural. La Cruz, 2; 969 311 226
   Casa Julia. Alojamiento rural. Puerta de Molina, 10; 969 311 082
   Casa Sierra. Alojamiento rural. Larga, 9; 969 311 016
   Casa El Alfar. Apartamentos turísticos. Plaza de los Condes de Priego, 11; 969 311 287
   La Puerta del Estrecho. Avda. Luis Ocaña, 11. 969 312 091 / 616 659 003
   Real de Priego. Plaza San Andrés, 5; 650 537 056. Apartamentos turísticos.
   La Antigua Fábrica. Camino del Río, s.n. 911 124 038. Apartamentos turísticos.
   Finca Salto del Ciervo. Carretera, 21; 650 537 056. Casa Rural.
   Montegesma. Carretera de Priego a San Pedro Palmiches, km. 4; 659 865 835 / 620 517 049. Cabañas. Restaurante.

domingo, 5 de abril de 2020

TALAYUELAS. UNA LAGUNA ENIGMÁTICA





Hay una algarabía de patos lanzando al aire sosegado de la tranquila mañana otoñal sus graznidos, si es que resulta lícito aplicar este término, propio de cuervos, gansos y similares, al simpático (aunque en ocasiones malhumorado) palmípedo que encuentra en la laguna de Talayuelas un hábitat generosamente apropiado. Están felices los gallipatos (realmente, así se llama la especie dominante en este paraje) cuando la generosidad de las lluvias encuentra su reflejo directo en el paralelo enriquecimiento de las corrientes fluviales y, de remate, en el nivel freático de la laguna. Y eso, el agua abundante,  es bueno para todos los habitantes del mundo natural (también, claro, para el ser humano) pero muy en concreto para la barahúnda de aves llegadas hasta aquí cada temporada en busca de espacios para nidificar. Se pueden ver, en las épocas propicias para ello, el zampullín chico, el ánade real, el rascón común, la polla de agua, la focha común, la garza real, el pato cuchara, estos dos últimos proclives a pasar aquí toda la invernada, sin olvidar el grupo de paseriformes que nidifican en los pastizales inmediatos.
   Hacia el sector nordeste de la provincia, allá donde Cuenca se orienta hacia tierras levantinas, la Laguna de Talayuelas forma un enclave realmente singular, un golpe de belleza y encanto en el corazón de un abrupto paraje serrano, donde surge este pequeño rincón (apenas 30 hectáreas), señalado con preferente atención por las aves que la han elegido para su descanso en el habitual trasiego anual.
   Talayuelas es un pueblo moderno, en el que la evolución urbanística ha sustituido las antiguas construcciones populares por una edificación contemporánea, envuelta por envidiables parajes naturales, como El Cañón o Las Callejuelas y en el que también se encuentra la atractiva ermita de San Antonio.
    Pero lo que hoy nos cita aquí, en este repertorio viajero por la provincia de Cuenca, es la laguna de Talayuelas, un espacio ciertamente interesante, un humedal natural ayudado por la acción humana al bloquear la salida de las aguas y que tiene alrededor abundante vegetación hidrófila. Se trata de una laguna de origen endorreico, importante por sus particularidades hidroquímicas y geomorfológicas, que sirve de asiento a una valiosa población vegetal y animal. Los geólogos valoran de manera destacada la presencia de materiales del triásico que aparecen en los alrededores de la laguna, al considerar que este afloramiento es uno de los más importantes de la provincia de Cuenca. Tiene poca profundidad, variable además en función de las circunstancias ambientales, ya que se alimenta con aguas subterráneas y de lluvia.
   No solo de animales voladores vive la laguna de Talayuelas, un interesante humedal natural enclavado en un espacio donde, aparentemente, no debería estar, pero lo está, formando en el mapa una deliciosa mancha azulada, circular, en un ambiente de poderoso roquedo, áspera textura, montaraces senderos envueltos por el rigor de la siempre austera Serranía. Aquí, el vibrar del viento trajo materiales de color rojo intenso que fue depositando con su fuerte contenido cuarcífero al que ayudó a fijarse una potente vegetación natural, dando así origen a una llamativa formación natural cruzada por espectaculares desfiladeros que recibió de los naturales del lugar el específico título de Plaza de Toros. Pues ahí, en el centro del redondel, al amparo de un círculo montañoso protector, se encuentra la laguna. En ella, si lo más llamativo (entre otras cosas, porque son ruidosos, aunque también abundan los silenciosos reptiles y anfibios) vienen a ser los animales, no es posible perder de vista, pues a la vista está, la generosa vegetación acuática, también dependiente de las aportaciones hidrológicas, que cuando es abundante se traduce en una explosión de juncales surgiendo en rodales anárquicamente distribuidos sobre la superficie líquida. Al norte de la laguna se encuentra un pinar sobre suelo arenoso al que se concede un gran valor florístico.
   Es bellísima esta laguna de Talayuelas, un toque delicadamente sensible en ese ambiente aparentemente áspero, a escasos metros de la carretera nacional, de la que se esconde con tímida pulcritud, como si no quisiera ser vista de buenas a primeras. Para llegar a ella hay que buscarla, tomar un pequeño sendero a través del pinar y llegar al paraje señalado. Los naturales del pueblo (y de su aldea inmediata, Casillas de Ranera) lo conocen de sobra, como es lógico, pero permanece oculto a quienes siguen caminos marcados por el presuroso ir y venir característico de nuestra época.
   Es, por decirlo con palabras asequibles que intentan reflejar el lenguaje oficial y científico, un pequeño enclave paradisiaco, un aporte de belleza y sensibilidad, que ha podido sobrevivir a los avatares de los tiempos y llegar hasta nosotros, para deleite de la humanidad sensible.
[La laguna de Talayuelas fue propuesta por el gobierno español como lugar de interés comunitario dentro del espacio Sierras de Talayuelas y Aliaguilla y declarada microrreserva natural por Decreto 17/2003, de 04-02-2003, de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha].

Cómo llegar

Por la carretera nacional N-330, entre Talayuelas y Casillas de Ranera, a la altura del kilómetro 223 sale a la izquierda una senda que en seguida se divide en tres; por cualquiera de ellos se llega a la laguna, aunque es recomendable el central. A una distancia de unos 600 metros se encuentra el paraje deseado.

Dónde dormir y comer
   Pensión San Antonio. Príncipe de Asturias, 10; 969 363 115
   La Casa Grande. Casa rural. Calle Real, 38, 618 070 268 / 618 495 681
   Casa María Juliana. Casa rural. Alonso de Ojeda, 25. 610 833 594

   En Casillas de Ranera:
   Casa El Camino. Alojamiento rural. Castellanos, 2; 969 366 067
   Restaurante Lactarius. Reyes Católicos, 28. 679 589 201

UN LUGAR DEL INTERIOR: ALBALADEJO DEL CUENDE

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